lunes, 21 de diciembre de 2015

De un futuro que ya no fue


A veces, cuando la melancolía me visita y me pregunto cómo serían todas las vidas que podría haber tenido, me permito pensar en tí, en nosotros. En lo que tuvimos y planeamos. Entonces comienzo a recordar y sonrío.

Recuerdo la primera vez que me besaste. Recuerdo cuando tomabas mi mano por la calle. Recuerdo cómo me mirabas con ternura y cuanto me sentía protegida entre tus brazos. Recuerdo estar sentados en el sillón, yo con mis dedos entre tu cabello y tú recostado en mi regazo.

Nunca he sido tan feliz como en esa época y honestamente no sé si lo vuelva a ser algún día. Espero que sí.

A veces me imagino el futuro que teníamos planeado. Nos veo sentados a la mesa viendo el amanecer. Tú bebes café, yo bebo té. Levanto la cara de la taza y ahí enfrente estás tú. Me miras con ternura como antes y yo vuelvo a sentir esa calma y esa calidez que se extiende por todo mi cuerpo. No hace falta hablar, nos limitamos a mirarnos y tomarnos de la mano. Eso lo dice todo.

Otra veces nos veo ya mayores rodeados de nuestros nietos. Viendo la hermosa familia que formamos con el amor que nos teníamos. Demostrándole al mundo que el amor aún existe, que sí es posible querer a alguien hasta el fin de los tiempos. Y es que solíamos pensar que una vida no nos bastaba para querernos, deseábamos más tiempo.

Algunas noches imagino que estás a mi lado, que me abrazas, que siento tu respirar en mi frente. Que estoy segura entre tus brazos sintiendo tu calor. Que eres mi hogar y yo soy el tuyo...

En ocasiones también nos puedo ver cocinando como antes. Imagino que mientras lavo los platos llegas y me abrazas por detrás y me das un beso en la mejilla para luego decirme que me adoras. Entonces me volteo y te beso en los labios, y al separarnos veo en tu rostro esa sonrisa boba con los ojos entrecerrados que siempre me mostrabas cuando era yo quien terminaba el beso.

Cuando pienso en nosotros, en los de ese tiempo, el sentimiento que me invade es felicidad. Una felicidad de esas que te llenan de calma, de ternura, de una tibieza en el pecho. Aunque claro, al final siempre se me forma un nudo en la garganta y llegan las lágrimas.

Fue lindo jugar contigo a querernos. Fue lo mejor que me ha pasado. Pero al final no pudo ser. Al final tú no eras él y yo no te basté. Me abandonaste y te refugiaste en alguien más. Aunque no precisamente en ese orden...

Aunque está bien, si no éramos los que pensábamos, entonces no podía funcionar. Sólo las personas que creíamos ser podrían tener ese tipo de historia. Nosotros no. Nosotros jamásEl amor no lo puede todo. El amor no siempre es suficiente.

Y sin embargo, a veces, cuando la melancolía me visita no puedo evitar volver a pensar en tí...