martes, 19 de junio de 2012

Te vas esfumando, te desvaneces


Poco a poco vas perdiendo tu encanto conforme se acaba el hechizo. Tus labios ya no me tientan como antes, tus ojos ya no me gusta mirarlos, no quiero abrazarte, no quiero decirte que te quiero... No quiero que me digas que me quieres...

De pronto ya no me pareces tan atractivo, de pronto ya no te creo tan inteligente, ya no pienso en qué magnífico eres y no me pregunto qué es lo que debí haber hecho bien para tenerte. Ya no me entran esas ganas de correr a tus brazos y hacer lo que sea sólo por verte sonreír.

Conocerte fue tan bueno como malo. Fue una bendición, acompañada de una maldición.

Yo no quiero quererte, y ¿sabes qué? a veces siento que ya lo logré.

Ya no eres tan mágico, tan encantador, tan grande y resuelto... Ahora eres necio, ciego, egocéntrico, entrometido, tonto, con una capacidad sobrenatural para lastimar. Tú mismo te estorbas los pasos al andar. No ves que hay más cosas adelante, no ves que hay algo más allá de ti. No ves que no debes tratar así a las personas si al final te vas a ir...

Lentamente, la venda que cubría mis ojos va cayendo... Te veo como eres en realidad, te veo como un ciego intentando neciamente andar en un lugar desconocido, chocando contra las paredes y los muebles, pero aún así, andando sobre los mismos pasos, sin retroceder o detenerse a pensar en qué lugares no ha caminado. Un viejo ciego que reniega de tener ayuda. Un ciego que arrastra a otros con él. Que al final los deja aturdidos.

Quizá no te veo como eres, quizá te veo como has sido conmigo, como has sido en el tiempo que yo te he conocido.

Lo único que sé es que ya no te veo tan grande, tan valiente. Te veo ahora como alguien que necesita ayuda, y te veo como alguien que no quiero que siga estando en mi vida pues lo único que me provoca son sentimientos negativos.

Vete, lárgate. Te solté desde hace tiempo, ahora sólo debo deshacerme de los restos, de añorar esa sensación de sentirme protegida y querida que no conocía, de las ganas de tener a alguien que me quiera y a quien yo pueda adorar... Debo dejar atrás las ganas de amar, pues ya no soy capaz de hacerlo. Ya no confío, tengo aún más miedo que antes... Ya no puedo amar porque simplemente no puedo acercarme a alguien. Aunque mi corazón fuera capaz de amar, no hay oportunidad para mí, ya no más...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario