jueves, 4 de julio de 2013

La douleur

El dolor comparte un efecto con las drogas, y es que entre más dolor sientes, más insensible te vuelves.
El dolor es como un sedante que no te permite sentir otra cosa. El dolor es egoísta y no quiere que entiendas cosas como la empatía, la paz o la felicidad. El dolor quiere que sólo lo vivas a él.

Uno de los problemas con el dolor es que te vuelves apático a todo lo que te rodea. Es como si de tanto sufrir, ya nada más pudiera lastimarte... Es como si estuvieras vacío pero al mismo tiempo todo ese espacio estuviera ocupado por el dolor.

Y no te emocionas, y no eres feliz, y no lloras por otras cosas y nada te importa. Porque toda tu fuerza se concentra en mantener al dolor a raya para poder seguir caminando. No tienes más, no te queda más.

Al dolor le gusta habitar ahí donde el cuerpo y el alma se unen. Le gusta meterse a la médula para que te duela el más mínimo movimiento...

Al dolor le gusta tenernos postrados con la respiración agitada, los ojos nublados, el rostro mojado y la cabeza aturdida.

Al dolor le gusta que gritemos, le da placer vernos retorcer por su causa...

Pero lo peor de todo no es qué tan ruin pueda ser el dolor... Lo peor de todo es que nos acostumbramos a él y casi le necesitamos. El dolor se vuelve nuestra droga porque ha sido nuestra única compañía mientras sufríamos. De manera que nos enamoramos de esa sensación de vacío y sufrimiento, y le hacemos  canciones, le bailamos, le escribimos, hacemos películas y poemas en su honor...

Amamos al dolor. Pues de tanto sentirlo, nuestra cordura termina por retorcerce y terminamos por convertirnos en unos masoquistas.

Y es que díganme, cuando el dolor se va ¿Qué es lo que queda?

lunes, 1 de julio de 2013

Quizá las promesas hechas en la oscuridad no cuentan

Siendo yo tan distante, tan aíslada...

¿En qué momento permití que mi alma se conectara tan intimamente con la de alguien cuya vida yo no puedo controlar?

Diferencia entre tú y yo

Si yo me fuera para siempre, tú seguirías feliz con tu vida.

Si tú te fueras para siempre, lo mío ya no podría llamarse vida...

Repetitivo

Cuando te hieren incontables veces de la misma manera, con la misma arma, con la misma mano... Llega un punto en que ya no sientes de manera natural.

Llega un punto en que te duelen todos los golpes acumulados, pero así mismo, la herida no es tan profunda como las primeras veces.

Y si cada vez, esa afrenta viene acompañada de una disculpa. La disculpa pierde credibilidad con cada vez. La disculpa se convierte sólo en un sonido sin significado. Es sólo un montón de ruido que ya no dice nada

Necesito que me necesites

Cuando una persona te defrauda una y otra y otra y otra vez...
Cuando no se comporta como alguien que quiere a otra persona.
Cuando te dice "te quiero" pero no te habla por meses y si tú le hablas te ignora...
Cuando te dice que va a escribir más pero no lo hace.
Cuando te deja de abrazar.
Cuando te dice que ahora de verdad va a tratar de escribir...
Cuando te dice que intentará no desaparecer...
Cuando se disculpa mil veces pero no deja de lastimarte por la misma causa...
Cuando ya ni siquiera promete intentar no desaparecer...
Cuando alguien que adoras te lastima...

¿Cómo puedes seguirle creyendo? ¿Cómo puedes seguir sintiendo calidez en tu corazón al verle?

¿Cómo...?

Yo no puedo hacerlo... Yo no siento paz... Yo siento ansiedad, miedo...

Yo siento la necesidad de que esa persona me necesite...

Yo preciso que me diga una y otra vez que me quiere, porque quiero creérmelo de verdad...


¿De qué sirve pedir disculpas si no se va a corregir la ofensa? ¿De qué sirve un "te quiero" que no quiere? ¿De qué sirve una promesa de papel?