jueves, 20 de junio de 2013

Antes de dormir

Apagó la luz y se recostó en la oscuridad con la ventana abierta, preparándose así para dormir. Frías y diminutas gotas de lluvia caían en sus pies ocasionalmente como pequeños alfileres, pero eso no le molestaba. En realidad no quería cerrar la ventana. Amaba la brisa suave, amaba la lluvia fría que contrastaba con el calor insoportable del verano y amaba también, por qué no, los rugidos que producían las nubes al chocar entre sí.

No tenía sueño ni creía poder dormir, así que se quedó con los ojos abiertos en la oscuridad, tratando de encontrar formas nuevas en lo que eran sus alrededores ya conocidos pero que a la débil luz de la luna cambiaban y se transformaban en otros fantásticos. Buscaba algo con qué crear una historia. Siempre pensaba que sería genial dormirse inventando una aventura para dejar que su cerebro ya dormido, y por lo tanto sin límites, la continuara de manera extraordinaria, como ella nunca podría hacer estando despierta. No obstante, sabía que de suceder aquello, al despertar no recordaría nada y nunca podría comprobar si realmente alguna vez tuvo tan plácido sueño.

Cerró los ojos y se concentró en el sonido de la lluvia cayendo y golpeando su techo, se preguntó qué diría este si pudiera hablar. Seguramente protestaría por tener que quedarse cubriendo el sol, la lluvia, el granizo, la nieve... Aunque por otro lado ¿Y si al tejado le gustara su trabajo? ¿Y si le encantara poder sentir la caricia de los primeros rayos del amanecer? ¿Y si se burlaba de ella por no poder dormir bajo las gotas cristalinas que rara vez el cielo les ofrecía? ¿Qué tal si el techo estuviera enamorado del cielo nocturno y por cada una de las estrellas que hay ofreciera un suspiro ilusionado? Y el techo, si tuviera conciencia ¿Bostezaría y se estiraría también cada mañana como ella?

Imaginó entonces un techo con cuatro pilares en sus vértices. Lo imaginó estirándose como un gato que arquea el lomo. Lo imaginó emitiendo un bostezo y después volviendo a relajarse para dormir sostenido por las paredes.

De pronto notó que las gotas de lluvia dejaban de caer y ese sonido tan relajante de las gotas golpeteándolo todo, disminuía de volumen. Sintió lástima por la noche, y la imaginó como una mujer con un vestido negro y largo lleno de pequeños diamantes, que se baja de un hermoso carruaje antiguo al volver a casa luego de una maravillosa velada para simplemente reincorporarse a su vida cotidiana sin ningún tipo de emoción ni romance. Pobre noche, tan bella y tan menospreciada, pues la gente la desperdiciaba durmiendo y no admiraban su belleza ni respiraban el aroma de su perfume. Un aroma que contenía las más deliciosas y fragantes flores mezcladas con una inmensa melancolía. Y es que la melancolía, la soledad y la tristeza, aunque la gente no lo quiera ver, pueden crear también cosas hermosas.

Comenzó a jugar con sus pies, moviéndolos lenta y graciosamente como haciendo una coreografía donde ellos fueran la estrella. Tarareó una canción en francés que, aunque no sabía qué decía, le parecía que sonaba preciosa.

Después de un rato le comenzó a doler la espalda por estar en la misma posición. Se puso de lado y abrazó la almohada como si fuera un oso de peluche que la ayudaría a dormir más cómoda. Comenzó a relajarse y a dejarse llevar por el sueño y entonces, de la nada, sintió que la almohada era él e inconscientemente la acomodó de tal forma que fuera una réplica exacta de su anatomía. Se recostó en su pecho y su mente le regaló la sensación de aquel brazo conocido que la abrazaba tiernamente como diciéndole: Duerme, yo estaré a tu lado hasta que despiertes.

Hundió su nariz en la almohada e inhaló. Aunque no olía a él, ella conocía su fragancia tan bien que no necesitaba tenerlo cerca para poder percibirla. Entonces sonrió y sólo se entregó a esa memoria. A esa historia que no era una gran aventura pero que sí era un hermoso sueño donde no había que temer y donde podía regresar a quererlo como si nada hubiera pasado. Donde podía desenterrar aquel amor y librarlo de toda mancha para cobijarse los dos en él. Y entonces... Poco a poco... Sintió que su cuerpo pesaba menos... Sintió que estaba feliz... Y simplemente, en los brazos de aquel sueño... Finalmente cayó dormida...


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