jueves, 24 de mayo de 2012

Noche


Apagó el auto al llegar a la casa. El viento entraba gentilmente por la ventana, era como una dulce caricia que la invitaba a quedarse ahí.

Volvió la cabeza hacia la derecha y observó el asiento vacío del copiloto, hacía tanto tiempo que él no se sentaba ahí. Se preguntó si aún quedaría algo de él en ese lugar.

Cerró los ojos y lo imaginó a su lado, extendió la mano y acarició el respaldo del sillón, intentando recrear en su mente la textura de su piel. Abrió los ojos, besó el costado y recargó su cabeza en donde debería estar el hombro de él. Intentó imaginar que estaban ambos ahí, que ella, como solía ser, se encontraba recargada en él, conversando, girando ocasionalmente su rostro para encontrar sus labios con los de él.

Se quedó unos momentos así, extrañándole, intentando sentirle... Huyendo un poco del universo con su cruel y solitaria realidad...

El viento le mecía los mechones de cabello que caían a los lados de su cara. Inhaló profundamente, como si intentara reconocer su esencia en el aire.

Pensó llamarle, lo extrañaba tanto... Dios... Quería tanto escuchar su voz... Hablar con él... Saber cómo estaba, decir algo que, sin pensar, lo enamorara otra vez... Pero sabía que era tonto, sabía qué eso no pasaría, y entonces pensó que él simplemente la ignoraría como siempre, y el corazón le dolió un poco...

Con las ilusiones rotas, abrió los ojos y exhaló pesadamente, permaneció inmóvil unos segundos y después volvió a su lugar. Miró al frente, luego hacia el asiento vacío, se dio cuenta de que nunca más iba a volver a tener un momento de aquellos, y entonces, cerrando la puerta tras de sí, se despidió de aquel sueño que, sabía, nunca volvería a ser realidad.

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